Mi primer trabajo remunerado consistió en acompañar a un fotógrafo, pobre y flaco, por unos cuantos colegios rurales. Yo me ocupaba de «arreglar» a los niños, pasarles un peine por sus remolinos asilvestrados y ponerles la cabezota en la posición adecuada. Miguel -le llamaré así- preparaba los focos y, una vez asegurado de todos los… Seguir leyendo Rafael de Luis